domingo, 11 de mayo de 2008

El perro y la rosa


Ah pero -dice la rosa, a una eternidad de marchitarse- como te atreves? por perro que sea, un elemento masculino debe tener compostura ante una dama de petalos como yo.


-Rosa, rosita, que escandalosa vanidad!-dice el perro- sabes que es existir? darse a los demás, exteriorizar todo lo que contienes. Si hoy te riego con mi orina es por que tengo el derecho de preservar tu brillante lozania. Disfruta el tibio rocío de mis riñones, que prolongará tu vida y mi pasión por tus ardorosos pétalos rojos...


El noble perro hubiera seguido de no haber sido por el violento puntapié en pleno abdomen que le propinó el jardinero, quien enseguida se inclinó a limpiar a la sublime rosa. A cinco metros el infeliz languidecía, miraba la rosa con ojos semicerrados. Antes de expirar lanzó un gruñido. La rosa desaparecía tras una cortina negra que bajaba pesadamente.


por Abdala Melgen

No hay comentarios: